El
mashup es un género musical que consiste básicamente en crear una canción combinando elementos de otras dos, normalmente la letra y la melodía de una con el ritmo y los arreglos de otra. Por ejemplo, un famoso mashup mezcla el
Can't get you out of my head de Kylie Minogue con el
Blue monday de New order.
Con
Cincuenta sombras de Grey,
E. L. James parece haber trasladado este concepto al terreno literario, ya que la novela viene a ser un
mashup de la novela
Crepúsculo con los juegos sexuales de
Las edades de Lulú, aunque probablemente el referente erótico que haya tomado la autora sea otro. Aparte de los parecidos entre la trama, resulta curiosa la similitud no solo también de personajes y situaciones con la saga crepúsculo, sino también de metáforas, como por ejemplo las continuas alusiones al olor corporal del protagonista, la incapacidad de este para averiguar los pensamientos de ella, etc.
Tal vez sea un efecto del cambio de siglo, pero en estos últimos años la
creación de nuevas obras ha perdido importancia en favor de la
recreación de obras ya existentes. Tanto en el cine como en la literatura, cada vez nos invaden con más fuerza ya no solo los
remakes, sino también las secuelas, precuelas y hasta
intercuelas, aunque todavía no se haya acuñado esta palabra, junto a las dos últimas incorporaciones al abanico de maneras posibles prolongar una historia ya existente: las versiones en 3D y los
reboots. Tampoco es necesario despreciar esta tendencia, en la que el interés en la novedad carece de tanta importancia como en el preciosismo en los detalles. Menos perdonable resulta otra característica del libro que también parece ser un signo de los tiempos: la tendencia al novelón y a los finales sin conclusión. Tras quinientas cuarenta páginas en las que la historia no acaba de despegar, llega un final abrupto que hace que lo que acabamos de leer parezca más la primera parte de una novela que la novela completa.
Aún así, la novela puede seguir resultando atractiva para quien sepa a lo se expone. La historia logra mantener el interés suficiente para que pasar de una página a otra sea una experiencia agradable si estamos dispuestos a no conceder demasiada importancia a leer una historia ya contada y al número de Uaus (manera eufemística o mal informada de decir
Guau en el libro) que hay en cada página. Para quien no sea capaz de desconectar de tal manera o no tenga prisa, será mejor que espere a la película que, invirtiendo el tópico habitual y siguiendo también el signo de los tiempos, probablemente sea mejor que el libro.